En las estepas de Mongolia, 1206 d.C., el guerrero Temujín reveló a sus generales:
«Un lobo solitario muere de hambre, pero la manada conquista continentes. Estas son las leyes que nos harán invencibles»:
– Cada soldado debía dominar el arco antes que la espada: «La precisión gana más batallas que la fuerza bruta»
– Las tácticas se practicaban con juegos de caza: «Entrena en paz como si fuera guerra»
– El botín se repartía por mérito, no por rango: «El que más suda, más oro merece»
Cuando un embajador extranjero le preguntó cómo venció a ejércitos más numerosos, Gengis Kan respondió:
«Porque mis guerreros no luchan por mí… luchan el uno por el otro».
[Fuente: «Crónicas Secretas de los Mongoles», manuscrito del siglo XIII]